jueves, 30 de mayo de 2013

Evolución de estadío

Los días fueron pasando, y yo continuaba entrando en la habitación, tomándole la tensión, e intentando hablar con ella... pero parecía que no me oía, y la verdad, es que yo tampoco le ponía demasiado ímpetu;
El horror de su situación impedía que quisiese contestar las preguntas de un niño de 19 años.

Su marido, con el que fui trabando amistad, me comentaba que, cuando podía, iba a ver a su hijo, el cual estaba viviendo con sus abuelos de momento, ya que eran de un pueblo a casi una hora de camino.

Lo estaba pasando realmente mal, preguntaba por su madre, y, como es normal, un niño de 3 años no entiende que su madre tiene que estar en el hospital;

También me contó que, cuando ingresó Dana, esta intentaba sobreponerse a la situación, pero desde que al 6º mes le tuvieron que hacer un cerclaje, que es darle un punto en el cuello del útero porque está ensanchado y, aún sin moverse, podía abortar, todo fue de mal en peor.

Dana no comía; era un esqueleto con barriga;

Uno de los pocos sonidos que recuerdo de ella fue la mañana en la que le tuvimos que poner una sonda nasogástrica para alimentarla, porque llevaba días sin probar bocado;

El sonido de sus arcadas se me metió en los sentidos.

Pero no se movió ni un ápice; estoy seguro de que si hubiese venido con un hierro al rojo vivo y se lo hubiese colocado en su delicada piel habría gritado, pero no se habría movido.

Y si las cosas no estaban ya mal, cuando llevaba casi 8 meses de ingreso le dijeron que los niños estaban en un oligoamnio, es decir, que el líquido de las bolsa era muy muy escaso, lo que podía significar, entre otras cosas, que el resto de embarazo sería peligroso y que el parto sería duro.

Dana no se inmutaba, y me daba coraje, parecía que no sentía nada, y la situación era bien grave

Poco a poco se acercaba el momento del parto, y día a día la cara de Dana estaba más pálida, sus ojeras eran más marcadas y su visión estaba más perdida.

Le pregunté a su marido que porqué seguía a su lado cuando ella parecía casi no reconocerlo, no le echaba cuenta, y tenía un hijo en casa de sus padres sin entender nada;

Me dijo que porque él si sabía quien era ella; la mujer de su vida.

Y tenía que ser cierto, porque hay que querer mucho a una persona para no derrumbarse y estar en una habitación sin hablar con ella días y días;

De su boca solo salían palabras de cariño y apoyo.

De la de ella, cuanto más, un gemido.

Y aún, a día de hoy, no se expresar la impotencia que sentía al verlos, lo único que podía hacer era esperar...

Y el día del parto llegó.

Y descubrí lo sabia que es a veces la naturaleza.



No hay comentarios:

Publicar un comentario