martes, 11 de junio de 2013

Lágrimas y sonrisas

Corrimos escaleras abajo mientras Olga descendía con el equipo por el ascensor.

Como sería cesárea, Daniel no podía entrar, así que me quedé fuera para estar con él.

Sus ojos estaban vacíos, fruto del shock que acababa de sufrir.

Sus cejaas, más fruncidas que nunca, parecían unirse, y en su boca tenía una mueca arqueada.

Después de un rato en silencio, me empezó a hablar:

" Hasta que un día vino a verme cerrar."

"Lo curioso es que no recordaba nada de mi."

"Al día siguiente, al levantarse de su cama, le dio una punzada la rodilla, y entonces recordó vagamente que se había caído y que le habían acompañado al centro de salud y a su casa."

"Fue al centro de salud, donde le dieron una descripción física mía, pero no daba conmigo."

"Y entonces, al cabo de los días, una de sus amigas le comentó que su madre, que vivía cerca del ambulatorio la había visto con Daniel, el del bar."

" Cayó en cuenta, horrorizada, que un vulgar tabernero la había ayudado. Se sentía mal, sucia."

"Pero con el paso del tiempo, y los problemas en el seno de su familia, por la quiebra de la empresa familiar, le hicieron ver que quizás no fuese tan malo que un señor de clase baja la hubiese ayudado"

"Cada día pensaba más en mi, hasta que se decidió venir a verme".

-"¡Hola!, Tú eres Daniel, ¿verdad?"- Dijo, con algo de miedo.
-"Si, y tu Olga, la chica a la que ayudé hace unas semanas"-

El silencio se hizo durante el tiempo en que tardó en cerrar la verja.

-"¿Quieres tomar una copa?-dijo Daniel, esperanzado.
-"No estaría mal, siempre y cuando no se entere nadie.- Repuso Olga."

Una copa llevó a dos, y a tres... y a su primer beso.

Eran tan diferentes... pero a la vez tan iguales...

Rompió a llorar, destrozado.

" No se que voy a hacer si le ocurre algo a mi Olga, la quiero tanto..."

Y se abrió la puerta del paritorio.

Salió un doctor:

"La operación ha sido compleja. Tenía la tensión muy alta y ha perdido mucha sangre, a pesar del coagulador".



"Pero se recuperará, y su precioso niño también"

Un escalofrío cruzó mi espina dorsal hasta la nuca, erizándome todo el vello del cuerpo.

Fue una sensación increíble.

Daniel, se derrumbó de rodillas, con una sonrisa de oreja a oreja, y con abundantes lágrimas cayendo en cascada.

Me abrazó, y me dio las gracias.

Le dije que yo no había hecho nada.

Y me respondió que había hecho mucho más de lo que imaginaba.

Hoy día, Daniel y Olga son amigos míos, los tengo en las redes sociales, y conversamos de vez en cuando.

Me hincha de satisfacción el ver, en sus fotos, crecer a su pequeño, ya que yo también formo parte de su historia.

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