lunes, 17 de junio de 2013

Pacto y expectativas

Esa mañana sacamos en claro que Cayetano sabía cómo tomarse la medicación, que no tenía preocupaciones por el dolor que lo acosaba, y que vivía una difícil situación en casa de su hija.

Por un lado, Cayetano era una persona amable, tranquila y pacífica, que se contentaba con leer un buen libro y con escuchar el "transistor". Pero con su edad, ya le costaba fijar la mirada y no oía demasiado bien, por lo que padecía un déficit de actividades recreativas importante, lo que lo llevaba a pasearse por la casa, entre quejidos de dolor, maldecir las punzadas en la base de la espalda, y sentarse en la hamaca, a oscuras, que era la única forma de alivio que encontraba.
También le gustaba mucho comer, pero parece ser que el destino se cebó con su pobre persona, ya que padecía de diabetes, y su hija, debido al delicado estado de salud que atravesaba Cayetano, seguía la dieta casi a rajatablas, exceptuando una natilla o dos (que este adoraba) que podía sustraer de la nevera cuando nadie se fijaba.

Otro problema era que, por los dolores de la cintura y espalda, Cayetano no podía conciliar el sueño, a pesar de la fuerte medicación que se le proporcionaba. Así que de madrugada, lo único que le consolaba era sentarse en la hamaca y quejarse poco a poco, hasta que su hija se levantaba y le daba otra "pastillita azul", que es morfina, utilizada como "rescate" cuando uno no soporta más el dolor.

Claudia no podía más con la situación, no podía dormir de noche y de día no sabía que hacer.

Y lo peor era que sus hijos habían llegado al punto de asustarse.

" Mis hijos me dicen a veces "mamá, dile que se calle, por favor" con los ojos llenos de lágrimas y tapándose los oídos."

En la segunda visita, que realizamos conjuntamente con la Unidad de Paliativos, para ajustarle la medicación, destapamos otra declaración de Claudia impactante, que siempre he supuesto que era debido a que uno no sabe actuar frente a estas situaciones.

-" Creo que mi padre tiene medicación de más"- Decía, con una expresión confusa- " así que me gustaría que se la bajasen".

-Señora- comentaba la doctora de Paliativos- ante esta clase de casos tenemos que decidir entre dos factores; ¿Usted prefiere a su padre algo adormilado por la medicación, o con algo más de dolor?

-"Yo no quiero que tenga ni dolor ni que esté adormilado"

-"Eso no puede ser, Claudia"- Dijo mi enfermera-

-"¿Cómo no va a poder ser? ¡Que la ciencia a avanzado ya mucho para que hagáis bien las cosas, por Dios!- exclamó, ya sin paciencia- pero si tuviese que elegir, prefiero que pase algo más de dolor, lo que no puedo es tener un zombie que no se cambia ni el pañal"

Se hizo el silencio.

Obviamente, Claudia estaba sobrepasada por la situación.

Le dimos las pautas que creímos oportunas, a pesar de que ella estaba en contra.

Sabíamos que no las iba a cumplir, pero no podíamos hacer otra cosa, aparte de un pequeño acuerdo al que llegamos con ella.

Cuando se dan unas recomendaciones, el que debe o no cumplirlas es el paciente.

Porque, ni somos Dioses, ni la ciencia es magia, ni, por supuesto, podemos estar en una casa 24H.

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